viernes, 29 de febrero de 2008

Complementos del verbo

Si estás estudianto los complementos del verbo, creo que sería interesante que visitarais estas dos páginas: la primera es un cuadro teórico sobre los complementos, explicado brevemente y con ejemplos; la segunda es una página de ejercicios interactivos para practicar.

Teoría: http://www.materialesdelengua.org/LENGUA/sintaxis/complementos_verbales/complementos_verbales.htm

Práctica: http://www.edu.xunta.es/contidos/premios/p2003/b/archaron7/GRAMATICA/HOT/analfun1.htm

Garcilaso de la Vega [5.1] - III

Soneto XXIII

En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre;

marchitará la rosa el viento helado.
Todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza [5] en su costumbre. [6]

[5]gesto-semblante, rostro”; “enhiesto-derecho, erguido”; “hacer mudanza-cambiar”.
[6] Los dos tercetos son una conclusión de los dos cuartetos.
---------------------------------------------------------------
Actividades
a. Explica el tema de este soneto.
b. ¿Qué tópico medieval y renacentista recoge el poeta en los dos tercetos?
c. ¿Qué figura retórica se encuentra en los versos “antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre”? ¿A qué se refiere?
d. ¿Qué tópicos de la belleza renacentista se reflejan en este soneto?

lunes, 25 de febrero de 2008

Garcilaso de la Vega [5.1] - II



Soneto XIII [1]

A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos [2] vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que al oro escurecían;

de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aun bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado, oh mal tamaño, [3]
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba! [4]

[1] Metamorfosis de Dafne en laurel. El dios Apolo se enamoró de la ninfa, que le rechaza. Apolo la persigue y cuando está a punto de alcanzarla, Dafne implora a su padre, el dios Peneo, que la transforme en laurel.
Garcilaso escogió este mito ovidiano para simbolizar la frustración amorosa.
[2]luengos ramos vueltos-largas ramas torcidas”.
[3]mal tamaño-inmenso dolor”.
[4] Garcilaso transforma el llanto en poesía. El laurel es símbolo de la perfección en las letras.
---------------------------------------------
Actividades
a. ¿Cuál es el tema de este soneto?
b. Comenta la estructura estilística del soneto (métrica, rima…)
c. ¿Qué hipérbole referente a un tópico de la poesía petrarquista se encuentra en el primer cuarteto?
d. ¿Qué aspecto del amor pretende expresar Garcilaso con la historia de Dafne y Apolo?

jueves, 21 de febrero de 2008

Garcilaso de la Vega [5.1] - I



Garcilaso de la Vega (1501?-1536) representó el modelo del cortesano renacentista: hombre de letras y soldado, muy culto y elegante. Murió muy joven al resultar malherido en el asalto a una fortaleza.
Introdujo en España el verso endecasílabo y estrofas propias de la poesía italiana: soneto, canción, lira...
Su breve obra se compone de: una epístola, dos elegías, tres églogas, cinco canciones y unos 40 sonetos. Todas sus composiciones tienen como tema común el desamor, la ausencia o el desdén de una dama, incluso su muerte.

lunes, 18 de febrero de 2008

Edad Media: FINAL

Con este vídeo-resumen sobre la Edad Media damos por finalizada la antología de textos medievales. Espero que os haya sido de utilidad. Para más información tienes enlaces de literatura en la columna (links de lengua y literatura).
En las próximas entradas empezaremos a estudiar el Renacimiento en España.

jueves, 14 de febrero de 2008

La Celestina [4.2] - VII y final

[ACTO XX; escena III]

MELIBEA.- […] [1] Muchos días son pasados, padre mío, que penaba por mi amor un caballero que se llamaba Calisto, el cual tú bien conociste. Conociste asimismo sus padres e claro linaje; sus virtudes e bondad a todos eran manifiestas. Era tanta su pena de amor e tan poco el lugar para hablarme que descubrió su pasión a una astuta e sagaz mujer, que llamaban Celestina. La cual, de su parte venida a mí, sacó mi secreto amor de mi pecho. Descubrí a ella lo que a mi querida madre encubría; tuvo manera como ganó mi querer; ordenó cómo su deseo y el mío hubiesen efecto. Si él mucho me amaba, no vivió engañado. Concertó el triste concierto de la dulce e desdichada ejecución de su voluntad. Vencida de su amor, dile entrada en tu casa. Quebrantó con escalas las paredes de tu huerto, quebrantó mi propósito, perdí mi virginidad. Del cual deleitoso yerro de amor gozamos casi un mes. E como esta pasada noche viniese según era acostumbrado, a la vuelta de su venida, como de la Fortuna mudable estuviese dispuesto e ordenado, según su desordenada costumbre; como las paredes eran altas, la noche oscura, la escala delgada, los sirvientes que traía no diestros en aquel género de servicio, e él bajaba presuroso a ver un ruido que con sus criados sonaba en la calle, con el gran ímpetu que llevaba no vio bien los pasos, puso el pie en vacío e cayó, e de la triste caída sus más escondidos sesos quedaron repartidos por las piedras e paredes. Cortaron las hadas sus hilos, cortáronle sin confesión su vida, cortaron mi esperanza, cortaron mi gloria, cortaron mi compañía. Pues, ¡qué crueldad sería, padre mío, muriendo él despeñado, que viviese yo penada! Su muerte convida a la mía; convídame e fuerza que sea presto, sin dilación; muéstrame que ha de ser despeñada, por seguirle en todo. No digan por mí: a muertos e a idos... [2] ¡O, mi amor e señor Calisto, espérame, ya voy! Detente, si me esperas; no me incuses la tardanza que hago, dando esta última cuenta a mi viejo padre, pues le debo mucho más. ¡O padre mío muy amado! Ruégote, si amor en esta pasada e penosa vida me has tenido, que sean juntas nuestras sepulturas; juntas nos hagan nuestras obsequias. Algunas consolatorias palabras te diría antes de mi agradable fin (colegidas e sacadas de aquellos antiguos libros que tú, por más aclarar mi ingenio, me mandabas leer [3]), sino que ya la dañada memoria, con la gran turbación, me las ha perdido, e aun porque veo tus lágrimas mal sufridas descender por tu arrugada faz. Salúdame a mi cara e amada madre: sepa de ti largamente la triste razón por que muero. ¡Gran placer llevo de no la ver presente! Toma, padre viejo, los dones de tu vejez; que en largos días, largas se sufren tristezas. Recibe las arras de tu senectud antigua, recibe allá tu amada hija. Gran dolor llevo de mí, mayor de ti, muy mayor de mi vieja madre. Dios quede contigo e con ella. A él ofrezco mi ánima. Pon tú en cobro este cuerpo que allá baja. [4]

[1] Después de la muerte de Calisto, Melibea hace claras premoniciones de suicidio y le revela a su padre Pleberio todo lo ocurrido.

[2] “A muertos y a idos, no hay amigos”.

[3] Melibea demuestra que es una mujer cultivada, algo anormal en la Edad Media. La crítica se pregunta si de esta manera Rojas justifica la erudición de estos monólogos en boca de una mujer.

[4] [ACTO XX; esc III]. Melibea quiere ponerse a salvo de miradas ajenas.
---------------------------------------------
Actividades
a. Resume la revelación de Melibea a su padre.
b. ¿Qué le pide Melibea a su padre?
c. ¿Cómo describe Melibea al resto de personajes? ¿Crees que se corresponden estas descripciones con la realidad? ¿Por qué?



Para saber más sobre esta obra, puedes visitar estos enlaces:
· CazaCelestina: http://acano30.googlepages.com/cazacelestina
. Breve estudio: http://www.rinconcastellano.com/edadmedia/celestina.html
· Enlaces Celestina: http://www.virtual-spain.com/literatura_espanola-lacelestina.html

lunes, 11 de febrero de 2008

La Celestina [4.2] - VI

[ACTO XIV; escena III]

MELIBEA.- Es tu sierva, es tu cautiva, es la que más tu vida que la suya estima. ¡O mi señor, no saltes de tan alto, que me moriré en verlo! Baja, baja poco a poco por el escala. No vengas con tanta presura.
CALISTO.- ¡O angélica imagen! ¡O preciosa perla, ante quien el mundo es feo! ¡O mi señora e mi gloria! En mis brazos te tengo e no lo creo. Mora en mi persona tanta turbación de placer, que me hace no sentir todo el gozo que poseo. [1]
MEL.- Señor mío, pues me fié en tus manos, pues quise cumplir tu voluntad, no sea de peor condición por ser piadosa que si fuera esquiva e sin misericordia. No quieras perderme por tan breve deleite y en tan poco espacio; que las mal hechas cosas, después de cometidas, más presto se pueden reprender que enmendar. Goza de lo que yo gozo, que es ver y llegar a tu persona. No pidas ni tomes aquello que, tomado, no será en tu mano volver. Guarte, señor, de dañar lo que con todos los tesoros del mundo no se restaura. [2]
CAL.- Señora, pues por conseguir esta merced toda mi vida he gastado, ¿qué sería, cuando me la diesen, desecharla? Ni tú, señora, me lo mandarás, ni yo lo podría acabar conmigo. No me pidas tal cobardía. No es hacer tal cosa de ninguno que hombre sea, mayormente amando como yo. Nadando por este fuego de tu deseo toda mi vida, ¿no quieres que me arrime al dulce puerto a descansar de mis pasados trabajos?
MEL.- Por mi vida, que aunque hable tu lengua cuanto quisiere, no obren las manos cuanto pueden. ¡Estad quedo, señor mío! Bástete, pues ya soy tuya, gozar de lo exterior, desto que es propio fruto de amadores; no me quieras robar el mayor don que la Natura me ha dado. Cata que del buen pastor es propio trasquilar sus ovejas e ganado, pero no destruirlo y estragarlo. [3]
CAL
.- ¿Para qué, señora? ¿Para que no esté queda mi pasión? ¿Para penar de nuevo? ¿Para tornar el juego de comienzo? Perdona, señora, a mis desvergonzadas manos, que jamás pensaron de tocar tu ropa con su indignidad e poco merecer. Agora gozan de llegar a tu gentil cuerpo e lindas e delicadas carnes.
MEL.- Apártate allá, Lucrecia.
CAL.- ¿Por qué, mi señora? Bien me huelgo que estén semejantes testigos de mi gloria.
MEL.- Yo no los quiero de mi yerro. Si pensara que tan desmesuradamente te habías de haber conmigo, no fiara mi persona de tu cruel conversación. [4]

[1] Calisto, muestra más sus deseos carnales que su amor.

[2] Melibea trata de frenar las intenciones de gozo de Calisto. “Guarte-abstente”

[3] Melibea pretende que Calisto respete las normas del amor cortés. “estragar-maltratar”

[4] [ACTO XIV; esc III]. Momento clave de la interpolación de Fernando de Rojas. Segundo encuentro en el huerto.
---------------------------------------------
Actividades
a. Resume el segundo encuentro en el huerto entre Calisto y Melibea. ¿Qué diferencias encuentras respecto al primero?
b. ¿Qué pretende Calisto y cómo se comporta Melibea? ¿Por qué no quiere que esté su criada Lucrecia?

jueves, 7 de febrero de 2008

La Celestina [4.2] - V

[ACTO XII; escena IV]

CALISTO. - No tema tu merced de se descubrir a este cautivo de tu gentileza; que el dulce sonido de tu habla, que jamás de mis oídos se cae, me certifica ser tú mi señora Melibea. Yo soy tu siervo Calisto.
MELIBEA.- (Adentro) La sobrada osadía de tus mensajes me ha forçado a haberte de hablar, señor Calisto; que habiendo habido de mí la pasada respuesta a tus razones, no sé qué piensas más sacar de mi amor de lo que entonces te mostré. Desvía estos vanos e locos pensamientos de ti, por que mi honra e persona estén, sin detrimento de mala sospecha, seguras. A esto fue aquí mi venida: a dar concierto en tu despedida e mi reposo. No quieras poner mi fama en la balanza de las lenguas maldicientes. [1]
CAL
.- A los corazones aparejados con apercibimiento recio contra las adversidades, ninguna puede venir que pase de claro en claro la fuerza de su muro. Pero el triste que, desarmado e sin proveer los engaños e celadas, se vino a meter por las puertas de tu seguridad, cualquiera cosa que en contrario vea es razón que le atormente e pase, rompiendo todos los almacenes en que la dulce nueva estaba aposentada. ¡O malaventurado Calisto! ¡O cuán burlado has sido de tus sirvientes! ¡O engañosa mujer Celestina! ¿Por qué falseaste la palabra desta mi señora? ¿Por qué has así dado con tu lengua causa a mi desesperación? ¿A qué me mandaste aquí venir para que me fuese mostrado el disfavor, el entredicho, la desconfianza, el odio, por la misma boca desta que tiene las llaves de mi perdición e gloria? ¡O enemiga! ¿E tú no me dijiste que esta mi señora me era favorable? ¿No me dijiste que de su grado mandaba venir este su cautivo al presente lugar? No para me desterrar nuevamente de su presencia, pero para alzar el destierro ya, por otro su mandamiento puesto antes de agora. ¿En quién hallaré yo fe? ¿Adónde hay verdad? ¿Quién carece de engaño? ¿Adónde no moran falsarios? ¿Quién es claro enemigo? ¿Quién es verdadero amigo? ¿Dónde no se fabrican traiciones? ¿Quién osó darme tan cruda esperanza de perdición?
MEL.- (Adentro) Cesen, señor mío, tus verdaderas querellas; que ni mi corazón basta para las sufrir, ni mis ojos para lo disimular. Tú lloras de tristeza, juzgándome cruel; yo lloro de placer, viéndote tan fiel. ¡O mi señor e mi bien todo, cuánto más alegre me fuera poder ver tu faz que oír tu voz! Pero, pues no se puede al presente más hacer, toma la firma e sello de las razones que te envié escritas en la lengua de aquella solícita mensajera. Todo lo que te dijo confirmo, todo lo he por bueno. Limpia, señor, tus ojos. Ordena de mí a tu voluntad.
CAL.- ¡O señora mía, esperanza de mi gloria, descanso e alivio de mi pena, alegría de mi corazón! ¿Qué lengua será bastante para te dar iguales gracias a la sobrada e incomparable merced que en este punto, de tanta congoja para mí, me has querido hacer en querer que un tan flaco e indigno hombre pueda gozar de tu suavísimo amor. Del cual, aunque muy deseoso, siempre me juzgaba indigno mirando tu grandeza, considerando tu estado, remirando tu perfección, contemplando tu gentileza. [2]

[1] Melibea finge sentirse ofendida y frena las esperanzas de Calisto. “dar concierto-poner de acuerdo”.

[2] (ACTO XII; esc. IV). Encuentro concertado entre Calisto y Melibea. Aclaración de sentimientos. Nótese el lenguaje propio del amor cortés.
---------------------------------------------
Actividades
a. ¿Por qué se comporta así en principio Melibea? ¿Cómo reacciona Calisto? ¿A quién culpa y de qué le acusa?
b. ¿Qué le dice finalmente Melibea a Calisto y cuál es su reacción?
c. Anota alguna de las expresiones de Calisto propias del lenguaje del amor cortés.

lunes, 4 de febrero de 2008

La Celestina [4.2] - IV




[ACTO X; escena I]

MELIBEA.- ¡O lastimada de mí! ¡O malproueyda doncella! ¿Y no me fuera mejor conceder su petición y demanda ayer a Celestina, quando de parte de aquel señor, cuya vista me cautivó, [1] me fue rogado, y contentarle a él y sanar a mí, que no venir por fuerça a descobrir mi llaga, cuando no me sea agradecido, cuando ya, desconfiando de mi buena respuesta, aya puesto sus ojos en amor de otra? ¡Quánta más ventaja tuviera mi prometimiento rogado, que mi ofrecimiento forzoso! ¡O mi fiel criada Lucrecia! ¿Qué dirás de mí? ¿qué pensarás de mi seso, quando me veas publicar lo que a ti jamás he querido descubrir? ¡Cómo te espantarás del rompimiento de mi honestidad y vergüença, que siempre como encerrada donzella acostumbré tener! No sé si habrás barruntado de dónde proceda mi dolor.
¡O, si ya vinieses con aquella medianera de mi salud! ¡O soberano Dios! A ti, que todos los atribulados llaman, los apasionados piden remedio, los llagados medicina; a ti, que los cielos, mar y tierra con los infernales centros obedecen, humildemente suplico que des a mi herido corazón sufrimiento y paciencia, con que mi terrible pasión pueda disimular. […]
LUCRECIA.- Tía, detente un poquito cabo esta puerta. Entraré a ver con quién está hablando mi señora. Entra, entra, que consigo lo ha.
MEL.- Lucrecia, echa esa antepuerta. ¡O vieja sabia y honrada, tú seas bienvenida! ¿Qué te parece, cómo ha sido mi dicha y la fortuna ha rodeado que yo tuviese de tu saber necesidad, para que tan presto me hubieses de pagar en la misma moneda y beneficio que por ti me fue demandado para ese gentilhombre, que curabas con la virtud de mi cordón? [2]
CEL
.- ¿Qué es, señora, tu mal, que muestra las señas de su tormento en las coloradas colores de tu gesto?
MEL.- Madre mía, que comen este coraçón serpientes dentro de mi cuerpo.
CEL.- (Aparte) ¡Bien está, así lo quería yo! Tú me pagarás, doña loca, la sobra de tu ira.
MEL.- ¿Qué dizes? ¿Has sentido en verme alguna causa, donde mi mal proceda?
CEL.- No me has, señora, declarado la calidad del mal. ¿Quieres que adivine la causa? Lo que yo digo es que rescibo mucha pena de ver triste tu graciosa presencia.
MEL.- Vieja honrada, alégramela tú, que grandes nuevas me han dado de tu saber. [3]


[1] Melibea cree que su enamoramiento empezó cuando vio por primera vez a Calisto en el huerto.

[2] Melibea ayudó a Celestina prestándole un cordón para aliviar los males de Calisto. Ahora pide a la alcahueta que la ayude como hizo con él.

[3] (ACTO X; esc I). Monólogo de Melibea en el que muestra su pasión amorosa y su sufrimiento por no poder mostrar su amor. Obsérvese la progresión del personaje de Melibea.
---------------------------------------------------------------
Actividades
a. Comenta la evolución del personaje de Melibea en los tres primeros textos.
b. ¿Por qué sufre Melibea? ¿Qué le pide a Dios?
c. Celestina sabe qué le ocurre a Melibea. ¿Por qué le hace esas preguntas a Melibea?
d. Escribe un título para este fragmento.