lunes, 11 de febrero de 2008

La Celestina [4.2] - VI

[ACTO XIV; escena III]

MELIBEA.- Es tu sierva, es tu cautiva, es la que más tu vida que la suya estima. ¡O mi señor, no saltes de tan alto, que me moriré en verlo! Baja, baja poco a poco por el escala. No vengas con tanta presura.
CALISTO.- ¡O angélica imagen! ¡O preciosa perla, ante quien el mundo es feo! ¡O mi señora e mi gloria! En mis brazos te tengo e no lo creo. Mora en mi persona tanta turbación de placer, que me hace no sentir todo el gozo que poseo. [1]
MEL.- Señor mío, pues me fié en tus manos, pues quise cumplir tu voluntad, no sea de peor condición por ser piadosa que si fuera esquiva e sin misericordia. No quieras perderme por tan breve deleite y en tan poco espacio; que las mal hechas cosas, después de cometidas, más presto se pueden reprender que enmendar. Goza de lo que yo gozo, que es ver y llegar a tu persona. No pidas ni tomes aquello que, tomado, no será en tu mano volver. Guarte, señor, de dañar lo que con todos los tesoros del mundo no se restaura. [2]
CAL.- Señora, pues por conseguir esta merced toda mi vida he gastado, ¿qué sería, cuando me la diesen, desecharla? Ni tú, señora, me lo mandarás, ni yo lo podría acabar conmigo. No me pidas tal cobardía. No es hacer tal cosa de ninguno que hombre sea, mayormente amando como yo. Nadando por este fuego de tu deseo toda mi vida, ¿no quieres que me arrime al dulce puerto a descansar de mis pasados trabajos?
MEL.- Por mi vida, que aunque hable tu lengua cuanto quisiere, no obren las manos cuanto pueden. ¡Estad quedo, señor mío! Bástete, pues ya soy tuya, gozar de lo exterior, desto que es propio fruto de amadores; no me quieras robar el mayor don que la Natura me ha dado. Cata que del buen pastor es propio trasquilar sus ovejas e ganado, pero no destruirlo y estragarlo. [3]
CAL
.- ¿Para qué, señora? ¿Para que no esté queda mi pasión? ¿Para penar de nuevo? ¿Para tornar el juego de comienzo? Perdona, señora, a mis desvergonzadas manos, que jamás pensaron de tocar tu ropa con su indignidad e poco merecer. Agora gozan de llegar a tu gentil cuerpo e lindas e delicadas carnes.
MEL.- Apártate allá, Lucrecia.
CAL.- ¿Por qué, mi señora? Bien me huelgo que estén semejantes testigos de mi gloria.
MEL.- Yo no los quiero de mi yerro. Si pensara que tan desmesuradamente te habías de haber conmigo, no fiara mi persona de tu cruel conversación. [4]

[1] Calisto, muestra más sus deseos carnales que su amor.

[2] Melibea trata de frenar las intenciones de gozo de Calisto. “Guarte-abstente”

[3] Melibea pretende que Calisto respete las normas del amor cortés. “estragar-maltratar”

[4] [ACTO XIV; esc III]. Momento clave de la interpolación de Fernando de Rojas. Segundo encuentro en el huerto.
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Actividades
a. Resume el segundo encuentro en el huerto entre Calisto y Melibea. ¿Qué diferencias encuentras respecto al primero?
b. ¿Qué pretende Calisto y cómo se comporta Melibea? ¿Por qué no quiere que esté su criada Lucrecia?

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